El arranque del Gran Premio de Brasil fue un auténtico caos. En apenas unos metros, se rompieron paragolpes, volaron neumáticos y varios autos quedaron fuera de carrera. La escena más dura la protagonizó el local Gabriel Bortoleto, que volvió a chocar y se retiró entre lágrimas. En ese contexto de descontrol, Franco Colapinto también se vio involucrado en una maniobra riesgosa, aunque logró continuar sin daños importantes.
Todo comenzó en la curva 1. Lewis Hamilton, que venía presionando para recuperar posiciones, había sido rozado por Carlos Sainz en la largada y perdió terreno. En su intento por avanzar de nuevo, se encontró con Colapinto en la recta principal y trató de superarlo por el lado interno, pero su cálculo fue erróneo y terminó golpeando la parte trasera del A525 del argentino.
Aunque intentó remontar, la sanción impuesta por la dirección de carrera fue clara: Hamilton recibió una penalización de cinco segundos por provocar la colisión con Colapinto. La penalización afectó su rendimiento y, tras rodar con el auto dañado, finalmente el equipo decidió retirarlo antes del final de la carrera.
El impacto rompió el paragolpes delantero del británico, quien debió ingresar a boxes para reemplazarlo. Tuvo fortuna: la salida del auto de seguridad le permitió no perder contacto con el grupo. Desde el muro de Alpine informaron de inmediato que el vehículo de Colapinto estaba en buenas condiciones, lo que trajo alivio al equipo y a los hinchas argentinos.
Por radio, el ingeniero de Hamilton confirmó el diagnóstico: “Daño confirmado en el piso”, una advertencia que explicaba la pérdida de carga aerodinámica del Mercedes. A pesar del golpe, el siete veces campeón continuó en carrera, aunque con un rendimiento afectado por el incidente.
Ferrari también sufrió en una tarde para el olvido
La jornada terminó siendo negra para la escudería italiana. Tras el toque inicial de Sainz y los problemas de Hamilton, Charles Leclerc también fue víctima de un incidente en el relanzamiento y debió abandonar. Con varios autos fuera y un público con el corazón en la boca, Interlagos vivió un comienzo de carrera tan intenso como impredecible.